sábado, 19 de junio de 2010

Marcadas las huellas

No es que te extrañe: es que extraño la idea de ti. Porque no es como las mentes sugieren: las huellas son imborrables; basta una llovizna o que el viento decida soplar, para que se disuelvan en el agua o se confundan con el aire y desaparezcan. Sólo la tierra y los pies quedarán como testigos de que tales existieron y no volverán, convirtiéndose en eternos confidentes.

Cuantas veces se piense, cuantas veces se llegará a la misma conclusión. Si matemáticamente se analiza, el resultado siempre será el mismo. Una ausencia nunca puede ser remplazada. Los elementos recobran su firmeza, se unen entre sí para recubrir la pérdida.

No es que me hagan falta tus brazos envolviendo tiernamente mi pequeño cuerpo, me hace falta el concepto de ellos.

No es que me haga falta tu mirada, ni tu voz, ni tus palabras, o el rosar de tus labios con mi piel. No, nada de eso hace falta, hace falta la idea, tan sólo el concepto.

Porque marcadas las huellas, los pies deciden seguir.